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martes, 8 de enero de 2019

Travesuras palomeras

Travesuras palomeras


En la oscuridad de ese sábado entramos sigilosamente por el establo una vez que saltamos la barda, íbamos nerviosos por la travesura que estábamos realizando.

Despacio…me comento mi amigo pepe Haro, tu nada más llegas por debajo del tejado y tu primo Beto y yo llegamos por el otro lado para que no se nos escapen.

Nos habíamos metido sin permiso a un establo de la colonia Sutaj en Tlaquepaque, Jalisco, en donde se anidaban muchas palomas debajo de las tejas ya que allí encontraban agradable sobre las grandes y gruesas vigas de madera y a la sombra de las peculiares tejas de barro como cualquier establo, para hacer sus nidos y criar sus pichones.

Aquí esta un roja copetona –murmuró despacio pepe- , ¡no! busca las más narizonas comento mi primo Beto esas son las mensajeras.

Pero en la oscuridad de la noche era difícil observar las características de las palomas, entre las vacas y becerros y los zapatos llenos de estiércol del ganado, nos movíamos lo más lento y sigilosamente que podíamos, para no espantar a las aves dormidas que estaban descansando después de una día ajetreado y caluroso.

Recuerdo que casi no había luz de luna, lo que hacia más difícil nuestra aventura de atrapar las palomas más narizonas del establo.

-Aquí, aquí – murmuró simulando un grito pero silencioso pepe Haro y se abalanzó sobre la viga horizontal, al momento que salieron en vuelo sobre la penumbra de la noche muchas palomas, pintas, blancas, rojas, amarillas que aquí les decimos Dums, copetonas , azules, rodadas , toda la gama de colores y palomas que puedas conocer en un establo lechero.

En el vuelo mi primo Beto agarro una paloma roja y pepe con su premio tenía una paloma narizona de color pinto en color rojo.

Esos eran los primeros contactos que yo tenía con las palomas y te comento que me daba miedo agarrarlas, pensaba que me iban a picar y lógicamente yo no tuve premio.

Esto lo repetimos otras dos ocasiones hasta que en la tercera ocasión cuando sigilosamente  casi llegábamos debajo de las vigas de madera de las tejas, nos pego un gran susto el velador del establo que nos sorprendió antes que nosotros sorprendiéramos a las palomas.

-¿Qué están haciendo?- nos grito con gran susto, ¿a lo mejor también a él lo asustamos?

Y nos agarró a los tres y recuerdo los coscorrones que nos propinó y nos sacó del establo.

-Cuando quieran palomas vayan a esa casa de enfrente y díganle a los dueños que se las vendan son tantas que a lo mejor se las venden baratas- nos dijo el velador todavía en tono enojado.

De ahí en adelante íbamos por las mañanas o en las tardes según nuestro tiempo que teníamos después de llegar de la escuela y veíamos a las palomas para escoger las más narizonas y poder ir en las noches por ellas después de pagar nuestros rigurosos cinco o diez pesitos por ellas.

Recuerdo que mi primo Beto siempre tuvo palomas en su casa en México, las tenía sueltas y ellas anidaban por dondequiera, él sabía como diferenciar a un macho de una hembra, sabía si el currucuteo de las palomas era por llamar a su pareja, o era por pelear con otro macho, sabía como agarrar a una paloma fácilmente.



No sé como sabía que había palomas mensajeras y que también se competía con ellas en carreras.

Al lado de nuestra casa había un señor que le decíamos el forestal, pienso ahora que a lo mejor trabajaba como vigilante del bosque de la Primavera o del bosque de Tapalpa o Mazamitla, ¿no se?

El caso es que el forestal tenía palomas mensajeras todas de color azul, yo la verdad nunca me di cuenta.

Las personas normalmente no ven hacia el cielo o hacia los techos de las casas o a los altos de las mismas ya que normalmente su visión es solo a la altura de su cara.

Los palomeros nada más vemos una sombra y ya estamos con la cara hacia el cielo buscando lo que ya sabemos que es…Palomas.

Es curioso que al lugar que vaya, sea pueblo o ciudad siempre encuentro palomares o palomas de carreras volando…

-Que crees, se le vinieron unas palomas al forestal-

Me comentó mi primo Beto, vamos a trampearlas, hacemos un palomar pequeño y le ponemos unas trampas que solo abren hacia dentro y ya no abren hacia fuera.

¿Como conocía mi primo estas cosas?

El caso es que las atrapamos y como estaban al lado de su casa fue fácil que se quedaran en su nuevo palomar.

La casa estaba sola y el forestal creo regreso dos o tres veces, no sé si para buscar sus cinco palomas azules o para limpiarla antes de entregarla.

Empezamos a soltarlas y ellas volaban alrededor de la casa y se paraban en el alto de su preferencia y en la tarde bajaban a comer y se metían.

-Fíjate que estas palomas que sacamos a volar son mensajeras y regresan de cualquier lugar que las soltemos- comentaba mi primo a mi papá durante la comida.


A ver si es cierto dijo mi papá el domingo vamos a carretera a soltarlas…

Llegó ese domingo y salimos muy temprano después del desayuno, recuerdo que soltamos casi de 70 Km., era Tototlán, Jalisco antes de llegar al poblado de Atotonilco el alto, Jalisco.

Soltamos a las cinco palomas y regresamos a casa, sorprendido mi papá no podía creer que estaban las cinco palomas de regreso.

Seguíamos soltándolas de varios puntos los domingos, Chapala, Atotonilco, etc.

Esas fueron mis primeras enseñanzas en carretera y jamás en ese momento pensé ni por equivocación que yo me iba a dedicar de lleno  más de 33 años a las palomas de carreras.

En este periodo yo aún no sabía nada de palomas, lo que se dice nada.

Solo acompañaba a mi primo, a pepe y a otros dos compañeros de la colonia que también empezaron con palomas y recuerdo a Juan Álvarez y a “El coco”.

-Compré un súper palomo y lo voy a volar en el club- me dijo mi primo, recuerdo que era un pichón de color melado, -se lo compré a Don Juanito y me lo dejó en abonos-

Don Juanito es una persona muy querida por  mi ya que el me vendía en mis inicios palomas adultas y pichones en abonos, recuerdo que le llevaba abonos semanales y me tenía en una libretita en donde anotaba mis pagos.

A veces me atrasaba y me llamaba por teléfono –oye ya te atrasaste una semana- ¡el sábado le pago Don Juanito!  Y siempre me esperaba sin problema.

Llegó un Diciembre y el fin de cursos, estaba yo terminando el 3° de secundaria y mi primo su 2° año de secundaria, como mis tíos vivían en la ciudad de México el se fue a pasar el fin de año con ellos y ya nunca más lo he vuelto a ver.

Me llamó y me dijo que ya no iba a regresar y que regalara todas las palomas, que le diera a pepe las que más les gustaban y a Juan las otras.

Cuando fui por ellos para que se las llevaran les dio pesar que el palomar se iba a quedar vacío, por cierto este último palomar de mi primo ya estaba ubicado en la azotea de la casa y para ese entonces el ya había concursado de algunas etapas con sus palomas.

-¿Porqué no te quedas con ellas y nosotros te enseñamos como atenderlas?- me comento pepe, -si anímate, no es difícil- secundó  el Juan.

No me gustan les dije…

33 años después aquí sigo en las competencias de palomas de carreras y a lo largo de este peregrinar en la vida colombófila siento más apego y más necesidad de seguir estudiando a las palomas de carreras.

Triunfos, muchos fracasos, muchas desilusiones y muchas alegrías de estar con ellas.

Felicitaciones y muchas envidias, -¿Quieres tener muchos enemigos gratis, empieza a ganar en las palomas de carreras?- le dije a mi amigo David Vázquez.

-Oye revísame ese reloj del Zirahuén, está muy rara su marca- comento un gran competidor pensando que no lo había escuchado nadie, era uno de los compañeros del club y que era uno de mis ejemplos a seguir, desde ese día dejó de serlo, porque para ser un gran ejemplo hay que ser también un buen perdedor.

Ahora lo veo como un competidor del montón y lo considero casi mediocre, yo crecí y el retrocedió de donde estaba.

Ahora entiendo con esa mentalidad que tenía en aquellos tiempos este competidor, el porque está ahora casi en el olvido de todos nosotros, después de haber ganado muchos premios…

Recuerdo esos inicios en mis primeros días que tuve contacto con las palomas de carreras, mis primeros diplomas…

-¿Qué tal Don Felipe Ávalos puede ir a revisar mis palomas?, voy a mandar a Los Mochis y no se como van mis aves después de llegar de San Rafael, Sinaloa-

-¿A poco esta paloma voló San Rafael?, mira le vas a dar bicarbonato de sodio para que se desintoxique y el martes, miércoles y Jueves las reposas con agua con miel sin mucho vuelo ya no lo ocupan a estas alturas de la ruta-

Fue el consejo de Don Felipe Ávalos.

-Estuvo muy duro el vuelo de 600 Km. si me quieres hacer caso no las saques a volar hasta el día Jueves, para que se recuperen y después de Sabinas 800 Km. me comentas-

Me dijo Don Juanito Fregoso.

-Me da pena lo que te voy a decir pero tus palomas son muy bonitas pero no son deportivas, si quieres te presto unas tres parejas para que veas la diferencia-

Me comentó Elías Plascencia.

-Mira la verdad tiene razón Elías, eres muy entusiasta vamos a tu palomar a revisar tus reproductores-

-La verdad con estas palomas tienes poco para ganar, si quieres te regalo unos pichones de los viudos que estoy volando y con los que te preste Elías vas a ver la diferencia-


Me comentó Don Efrén Martínez papá de los hermanos Montes de Oca.

Hay que ser agradecidos en la vida y por eso hago mención de estas grandes personalidades en mi vida de las palomas de carreras, ya que fueron ellos los que me abrieron los ojos para conocer y manejar a la paloma deportiva.

Muchachos adolescentes de secundaria visitábamos nuestros palomares o concurríamos  con nuestro buen amigo Don Juanito Fregoso.

Enrique Álvarez y su hermano Rafael, siempre ganadores en todas las distancias.

Napoleón Gómez presumiéndonos a su palomo “El Cartero”

Carlos Manzo siempre ganador con cualquier línea que manejara.

Francisco Mendoza siempre ganador de la Cruz, Sinaloa y de San Rafael Sinaloa.

Mis amigos Pepe, Juan y “El coco” nunca más tuvieron palomas…

Nuestras primeras sueltas de pichones eran desde Chapala y nunca perdíamos aves.

Competíamos desde Aguascalientes sin previas sueltas y recibíamos en el día.

Soltábamos desde Los Mochis (800 Km.) y ciudad Obregón y al menos mis compañeros mencionados arriba siempre recibían palomas de Obregón, Sonora. (1000 Km.)

El transporte hasta Los Mochis o a Cd. Obregón era debajo (maletero) de los camiones tres estrellas de Oro y recibíamos con buen tiempo.

Y no conocíamos las vacunas de la viruela, menos las del new castle o paramixovirus, no dábamos Chevita, Versele-Laga, las sueltas de carretera solo eran en los entrenamientos del club y eran solo tres previos al primer concurso.

Recordar para vivir…


  Por Zirahuén Ortiz.-Octubre del 2007

            Vivir para recordar…




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